CONTAMINACIÓN LUMÍNICA
La contaminación lumínica tiene seis efectos principales:
- Dispersión hacia el cielo:
Es la desviación de la luz en todas direcciones , resultado de su interacción con moléculas del aire y partículas en suspensión (humo, polvo,etc)
Se produce cuando se emite luz en direcciones que exceden el área donde es necesaria, invadiendo zonas vecinas.
Se produce cuando las personas que se encuentran en la vía pública ven su visibilidad dificultada o imposibilitada por el efecto de la luz emitida por instalaciones de iluminación artificial.
La emisión de luz implica un consumo energético excesivo debido a la intensidad, horario de funcionamiento y/o su distribución espectral.
- Efectos sobre la biodiversidad:
La contaminación lumínica tiene efectos comprobados sobre la fauna y la flora nocturna. La actividad biológica a pleno sol es mínima comparada con la que podemos encontrar desde el crepúsculo hasta el amanecer, es decir, que la forma nocturna es más numerosa y precisa de la oscuridad para mantener su equilibrio.
- Destrucción del paisaje celeste:
La luminosidad del cielo urbano de un tono gris-anaranjado, destruye el paisaje nocturno por la perdida de visión de los astros del cielo, patrimonio de todas las generaciones y tan importante en el origen de la cultura y la civilización.
CONSECUENCIAS EN LAS PARDELAS
La contaminación lumínica es uno de las principales amenazas que afectan a numerosas especies entre ellas las aves marinas denominadas pardelas. El exceso de luz afecta cada año a miles de ejemplares de pardelas cenicientas y ello explica que en caso de que caigan a tierra, deslumbradas por la excesiva luz, puedan ser rescatados a tiempo.
Durante
las noches de finales de octubre y principios de noviembre los pollos de
pardela cenicienta abandonan sus “huras” (nidos en grietas, cuevas, etc.),
donde nacieron el pasado verano, para comenzar un periplo por las aguas del océano
atlántico que les llevará a estar la mayor parte del tiempo en el mar, hasta
que una vez alcanzada la madurez sexual (no antes de los 3 años de edad),
regresen a tierra para criar en nuestras
islas.
Ya desde
antes de su nacimiento, las pardelas cenicientas se enfrentan a multitud de
amenazas. En el nido, la depredación de huevos y pollos por mamíferos
introducidos (principalmente gatos y
ratas) representa un elevado impacto para la población, además de la caza
ilegal de pollos conocida como “pardeleo”. A esto se suma, al volar los pollos,
el riesgo de colisionar con tendidos eléctricos y los
deslumbramientos nocturnos, que en ambos casos pueden llevar a la muerte. Sólo
en la isla de Tenerife, más de 800 pollos sufren accidentes por deslumbramientos
cada año, aumentando este número en los años coincidentes con luna nueva.
Además
de las amenazas ya señaladas y producidas principalmente en tierra firme, esta
especie sufre igualmente amenazas en el mar, como son la captura accidental en
artes de pesca, la contaminación marina, la sobrepesca, nuevas actividades en el mar (como los
parques eólicos marinos) y el cambio ambiental.